jueves, 22 de marzo de 2012

1958 - Frank Sinatra Sings for Only The Lonely


EL MEJOR ÁLBUM QUE GRABÓ FRANK. 

Empecemos diciendo eso, con las merecidas mayúsculas.

Este es el disco de corazones rotos por excelencia. El que hay que escuchar en el momento adecuado.

Si en los años previos Sinatra había publicado dos grandes obras conceptuales como “In The Wee Small Hours” y “Where are you?”, esta vez se superó a sí mismo, superó a sus contemporáneos y se ganó un pedestal definitivo. Nunca, ni antes ni después, volvería a grabar una obra tan maravillosamente triste y hermosa.

Los dos discos mencionados arriba tenían arreglos elegantes, primero a cargo de Nelson Riddle y después de Gordon Jenkins. Eran discos melancólicos, sí, pero distinguidos. El crooner de New Jersey nunca perdía la compostura.

Acá, la cosa es distinta. Después de varios intentos de suicidio y con los nervios hechos pedazos por la destrucción de su matrimonio con Ava Gardner, Sinatra decidió grabar el que sería (según sus propias palabras, años después) el mejor disco de su carrera.

Nada de arreglos sobrecargados, ni de orquestaciones. Instrumentación seca: piano, alguna tuba y poquitas cuerdas. Tampoco demasiadas canciones, apenas doce, y puestas en un orden específico para que cuenten una historia.

Frank, además, eligió grabar de madrugada y con las luces del estudio apagadas. Lloró mientras interpretaba algunas de estas canciones, y los suspiros que escuchamos no son ensayados: estaba inmerso en una profunda crisis emocional.

Diamantes como “Angel eyes”, “Blues in the night” y “One for my baby” evocan esas madrugadas pesadas en las que no podemos dormir, cuando nos vienen malos pensamientos. Esto no es melancolía, es la neurosis desquiciada de un hombre absolutamente desesperado. Que quiere estar solo y a la vez pide silenciosamente ayuda. Sinatra sabía muy bien cómo era todo eso.

La música evoca los callejones más sórdidos de la New Jersey de los cincuenta, donde están las verdaderas almas en pena: borrachos, suicidas, nihilistas del amor.

A destacar, dos instantes inolvidables:

-“Pardon me… but I gotta run…”, en el clásico “Angel eyes”, tiene la mágica cualidad de hacernos imaginar la peor madrugada de nuestras vidas. Hagan la prueba, escúchenlo de día… van a imaginar por un segundo que son las tres de la mañana.

-El silbido de “Blues in the night” no es de alegría. Es la carcajada de un demente. Un momento realmente siniestro y que muestra cuál es la verdadera cara de este amante malogrado.

 Ah, y ya que estamos: aquí va también un archivo con las letras traducidas. 

Dijo Alejandra Pizarnik: “La noche soy…”

No vamos a poner la lista de temas en este post. Descubrilos vos mismo. 

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