EL MEJOR ÁLBUM QUE GRABÓ FRANK.
Empecemos diciendo eso, con las merecidas mayúsculas.
Este es el disco de corazones rotos por excelencia. El que
hay que escuchar en el momento adecuado.
Si en los años previos Sinatra había publicado dos grandes
obras conceptuales como “In The Wee Small Hours” y “Where are you?”, esta vez
se superó a sí mismo, superó a sus contemporáneos y se ganó un pedestal
definitivo. Nunca, ni antes ni después, volvería a grabar una obra tan
maravillosamente triste y hermosa.
Los dos discos mencionados arriba tenían arreglos elegantes,
primero a cargo de Nelson Riddle y después de Gordon Jenkins. Eran discos
melancólicos, sí, pero distinguidos. El crooner de New Jersey nunca perdía la
compostura.
Acá, la cosa es distinta. Después de varios intentos de
suicidio y con los nervios hechos pedazos por la destrucción de su matrimonio
con Ava Gardner, Sinatra decidió grabar el que sería (según sus propias
palabras, años después) el mejor disco de su carrera.
Nada de arreglos sobrecargados, ni de orquestaciones.
Instrumentación seca: piano, alguna tuba y poquitas cuerdas. Tampoco demasiadas
canciones, apenas doce, y puestas en un orden específico para que cuenten una
historia.
Frank, además, eligió grabar de madrugada y con las luces
del estudio apagadas. Lloró mientras interpretaba algunas de estas canciones, y
los suspiros que escuchamos no son ensayados: estaba inmerso en una profunda
crisis emocional.
Diamantes como “Angel eyes”, “Blues in the night” y “One for
my baby” evocan esas madrugadas pesadas en las que no podemos dormir, cuando
nos vienen malos pensamientos. Esto no es melancolía, es la neurosis
desquiciada de un hombre absolutamente desesperado. Que quiere estar solo y a
la vez pide silenciosamente ayuda. Sinatra sabía muy bien cómo era todo eso.
La música evoca los callejones más sórdidos de la New Jersey de los
cincuenta, donde están las verdaderas almas en pena: borrachos, suicidas,
nihilistas del amor.
A destacar, dos instantes inolvidables:
-“Pardon me… but I gotta run…”, en el clásico “Angel eyes”,
tiene la mágica cualidad de hacernos imaginar la peor madrugada de nuestras
vidas. Hagan la prueba, escúchenlo de día… van a imaginar por un segundo que
son las tres de la mañana.
-El silbido de “Blues in the night” no es de alegría. Es la
carcajada de un demente. Un momento realmente siniestro y que muestra cuál es
la verdadera cara de este amante malogrado.
Dijo Alejandra Pizarnik: “La noche soy…”
No vamos a poner la lista de temas en este post. Descubrilos vos mismo.
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Un millón de gracias!!
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